Compartir lo bueno es algo intrínseco al ser humano. Esa es la base del éxito de las redes sociales. A todos nos gusta compartir nuestro estado, pero no debemos olvidar que hacerlo de manera indiscriminada puede resultar peligroso.
Con el uso ininterrumpido a través de los años, nuestras páginas de facebook se convierten en un almanaque oficial y autografiado de nuestra historia. Basta entrar a la cuenta de alguien para conocerle. Ahí están sus gustos, su profesión y las fotografías de las personas que ama. También, si observáramos a detalle, podríamos comprender sus costumbres y quizá podríamos predecirlas.
Ahí, amigos, en el conocimiento y la predicción, es donde radica el riesgo porque como el alcance de los medios es universal, nuestros almanaques están universalmente disponibles. Creemos que sólo acceden a nuestra página los verdaderos amigos y que eso basta para eliminar el riesgo, pero ambos sabemos que eso no es cierto, que a ese argumento, que solo refleja la buena intención de los propietarios de las redes sociales, lo derrumba el puro contrato de confidencialidad correspondiente y la habilidad de la empresa para defenderlo de los hackers informáticos.
Estoy seguro que nadie buscaría hacerte daño y quizá tomar precauciones adicionales parezca exagerado, pero debemos considerar que los ladrones también son miembros de las redes sociales y para ellos conocer tus pertenencias y predecir el momento en que estarás fuera de casa, quizá de vacaciones, sería una tentación difícil de vencer.
Si queremos reducir el riesgo, debemos cuidarnos de no avisar, a través de nuestro estado, del momento preciso en que nos encontramos ausentes del hogar. Esta práctica nos podría eliminar un futuro dolor de cabeza.
Les mandamos un abrazo.
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